Calles del Barrio Bajo y Barrio Alto (Casares)
Las calles Barrio Bajo y Barrio Alto aparecen con este nombre en el callejero histórico de Casares del siglo XIX. Surgieron para vertebrar el nuevo caserío que comenzó a ampliar el casco histórico entre el camino que se dirigía hacia el Monte del Duque (calle del Monte), y el que se dirigía hacia Gaucín desde la calle de la Carrera. Es un siglo XIX de señalados hechos acontecimientos que han marcado la Historia de Casares a partir de la Guerra de la Independencia: la aparición de los bandoleros, el desencadenamiento de movimientos sociales campesinos, el contrabando y el matute entre Casares y Gibraltar, el cultivo de la vid y su posterior crisis, la minería del plomo en Casares, el nacimiento de Blas Infante o el arraigo del fandango en su la cultura casareña.
El fandango casareño
El fandango casareño tiene su raíz en el fandango verdial (malagueño). Más allá del aspecto puramente musical, cabe señalar que en el fandango de Casares se entiende muy bien su carácter festivo como punto de encuentro de los vecinos casareños. Incluye toda una simbología en sus letras, en la forma de ser bailado, ser tocado y ser cantado, y en el papel protagonista que otorga a la mujer. Estas claras raíces antropológicas señalan una condición festiva, comunitaria y local, herederas del secular aislamiento que ha tenido el casco histórico de Casares.
En la historia del fandango de Casares cabe destacar la aportación que hace el cantaor casareño Niño de la Rosa Fina, quien crea un fandango flamenco a partir del fandango popular local y lo lleva por toda España a principios de la década de 1930, antes de la Guerra Civil.
Rosa Fina ha dejado su impronta en el fandango casareño actual, que aúna el cante tal como lo intepretaba, el aspecto folclórico local del baile y un toque a la guitarra que traza el puente entre ambas expresiones artísticas.
Fotografía coloreada sobre el original, perteneciente al archivo de Franchesca Ledesma Lazo)
Como patrimonio cultural inmaterial, el fandango de Casares goza de muy buena salud gracias a la contribución de la escuela municipal de baile, dirigida por Juana María Gil, y a los flamencos locales: los guitarristas Javier Pineda “Potajito” e Iván Tocón López “Tomatito de Casares”, o los cantaores Diego Reyes, Miguel Ángel Rubio Guerra “El Chorrusquín”, Sebastián Narváez López, Bartolomé Vázquez Umbría “Niño de Montecorto”, Juan Jesús Romo Mena “El Maestro”, Antonio Cózar, entre otros. Esta buena salud se nota también en las nuevas generaciones que siguen contribuyendo al mantenimiento de este patrimonio cultural, representadas por los jóvenes Ana Pineda Gil, Iván García Reyes o Desiderio Ramos Romo.