Casares

Nostalgias

Deambulo por la Herriza de Matagallar, bajo el imperio atronador del levante impío.
Descanso sentado bajo un viejo y herrumbroso almendro, desvencijado, quizás en su última floración.
Me sumerjo en el espejo de la nostalgia, mi pueblo, ese anciano tumbado al sol, de barbas blancas, sinuosas, cansado.
Sus ventanas, como ojos bien abiertos, reflejan mis recuerdos; aparecen personajes del pasado, únicos e irrepetibles, supervivientes de un tiempo agostado.
Me acomodo y me siento en mi arcadia: «La patria del hombre son los territorios de su infancia».
Miro la Planá y noto como una mano maternal, invisible, mece mis cabellos, los acaricia con ternura infinita, solo sueños.
Susurros del niño que fui, escuelas, campanas y monaguillos, partidos de fútbol interminables del Llano de la Fuente, de algaradas infantiles jugando a la trupe.

Cuando las utopías mustias marchitan, quedan los recuerdos y remembranzas de un tiempo, de unas gentes, de mi Casares.

Cortinal, abril de 2020