Convento de Hermanos Menores Capuchinos de Casares. IV: el puerto de la Cruz (Casares)
El complejo del convento de Hermanos Menores Capuchinos de Casares llegaba por la parte alta hasta el Puerto de la Cruz. Para el investigador casareño Benito Trujillano Mena, el puerto podría ser la vía de escape que tendrían los frailes a través del cortinal «el Chaparral», un alcornocal situado entre el puerto y las partes traseras del convento y su iglesia. Actualmente, sobre esta posible vía de escape se levanta el camino del Chaparral, un paseo que comunica el Llano de la Fuente con el mirador del puerto de la Cruz. Como buen paso de montaña, el puerto del Cruz permite unas magníficas vistas de Casares y sus alrededores.
El convulso convento de Capuchinos de Casares
Pese a un periodo de existencia bastante breve, el Convento de Capuchinos de Casares fue protagonista de algunos episodios significativos en la historia social y política de España durante los siglos XVIII y XIX. Las celdas de este convento, con funcionamiento regular desde 1740, albergaron a uno de los máximos exponentes del pensamiento reaccionario español, el Beato fray Diego José de Cádiz, acusado en 1786 de difamar a la Corona atacando el regalismo de Carlos III y desterrado al convento de Casares.
Durante la Guerra de la Independencia, los capuchinos también tuvieron un papel activo alentados en la lucha contra el francés (que representaba los valores de la Ilustración y la razón frente a la fe) por la obra de fray Diego José, El soldado católico en guerra de religión. Carta Instructiva, ascético-histórico-política.
En línea con este pensamiento anti-ilustrado continúa encuadrándose la palabra de otro polémico fraile capuchino, el obispo de Ceuta, fray Rafael de Vélez, condenado a salir de su diócesis en 1822 por sus sermones contra la Constitución y el gobierno, y también desterrado al convento de Casares. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) la Iglesia se había convertido en la más firme opositora a la Constitución española y a los valores del sistema liberal que, con sus leyes, habían conseguido en 1822 los mayores índices de secularización y una disminución clara del número de curas, frailes y monjas. En este escenario, fray Rafael de Vélez, quien ya había escrito en 1818 su Apología del trono y del altar, representando la palabra más vehemente del anticonstitucionalismo, continúa desobedeciendo las órdenes del gobierno desde su destierro en Casares y escribe una famosa pastoral que es calificada como delito por ofensas al gobierno, condenándosele a extrañamiento del reyno. Pese a ello, durante la posterior Década Ominosa, el considerado gran teólogo fernandino continuará siendo un protegido de Fernando VII y terminará sus días siendo arzobispo de Santiago, hasta la edad de 73 años.
Con esta trayectoria, no es de extrañar que el convento de Casares se constituyera también en el foco carlista más importante de Andalucía, motivo por el que fue suprimido como convento en 1835, con anterioridad a las leyes de desamortización eclesiástica de 1836 y a la propia prohibición de las órdenes religiosas de 8 de marzo de 1836.
Fuente: «Convento de Hermanos Menores Capuchinos de Casares (s. XVIII)» (Javier Martos, 12/9/2013)