SIERRA BERMEJA

Sorprenderá a muchos conocer los secretos de este enorme macizo serrano de color rojizo, Sierra Bermeja, que sirve de telón de fondo sin que pase desapercibido, a una localidad serrana cuya historia ha estado ligada irremediablemente a esta montaña. Sorprenderá por su geología, pues las peridotitas, las rocas que componen la montaña, son muy escasas en el planeta: Sierra Bermeja es uno de los mayores y mejor expuestos afloramientos del mundo de este tipo de rocas.

Las peridotitas son rocas de origen magmático profundo y enfriamiento lento, procedentes del manto terrestre, y constituyen un substrato muy tóxico para las plantas que crecen sobre ellas y que han debido lograr un alto grado de especialización, dando lugar a un numeroso grupo de especies exclusivas de esta sierra, endemismos botánicos que motivaron en los tres últimos siglos la visita de ilustres botánicos y naturalistas españoles y extranjeros para su estudio.

Pero la historia de la geología del macizo bermejense no acaba ahí, pues las peridotitas arrastraron en su camino de ascenso desde el manto terrestre numerosos metales que han sido explotados en la antigüedad y que dan valor histórico al paisaje. Todos los procesos geológicos que han modelado esta montaña desde hace unos 21 millones de años han dado lugar a un patrimonio geológico singular y a un paisaje de una excepcional belleza.

En las cimas, generalmente envuelto entre brumas, se sitúa el bosque de pinsapos, un abeto endémico heredero de los extensos bosques de coníferas que poblaban la Cuenca Mediterránea durante la Era Terciaria y que tiene en Sierra Bermeja la única localización donde crece sobre peridotitas.

La presencia de metales, lo agreste de su paisaje, su cercanía al litoral, a la Serranía de Ronda, o su altitud y proximidad al Estrecho de Gibraltar, han jugado un papel decisivo en muchos momentos de la historia, desde la Prehistoria a la época romana, desde el mundo medieval a las últimas revueltas mudéjares, desde las repoblaciones cristianas hasta los viajes románticos del siglo XIX, desde los últimos usos arrieros y forestales hasta los que nos aportan disfrute hoy en día.

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